BENBENUTO

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Que tu estancia aquí sea placentera, y que mis letras logren llevarte a la reflexión, al análisis pero sobre todo, que te sirvan de aliento, de consuelo y apoyo. No estás solo, escritor novel. Yo camino a tu lado, hoy y siempre.

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sábado, 27 de diciembre de 2014

Decálogo de una autora rasponeada

¡Hola caracolas!

Espero que todos hayan pasado una linda navidad, acompañados de sus seres queridos, pero sobre todo, tranquilos y con paz en el corazón, o en su defecto, reflexionando sobre las cosas que verdaderamente valen la pena.

Hoy les traigo no una reseña, sino más bien, un humilde decálogo que me he atrevido a escribir, el cual, aunque ya tenía tiempo rondándome la cabeza, la verdad es que no me atrevía a sacarlo por un montón de factores tontos y que no vienen al caso, pero que tras leer el decálogo del escritor cubano Yoss, decidí redactar. Es a él a quien dedico este pequeño manuscrito, a él y a mi hermana mayor, Male, por darme de empujoncitos cuando el miedo a veces me paraliza.

Así que bueno, los dejo con estos 10 consejos los cuales, espero les sirvan a todos aquellos amantes de las letras. Es algo muy mío, pero es lo que he aprendido con los años, y con las sabias caídas, también.

 

  1. Nadie nace sabiendo: si le escarbas, te enterarás de que hasta los mejores autores eran terribles en sus comienzos. Si piensas que el primer original que escribas será publicado y catalogado como bestseller, lo más seguro es que te equivoques. Permítete equivocarte. No seas tan duro contigo mismo como para crucificarte por lo catastrófico de tus primeros escritos, ni tan arrogante como para creer que el mundo no merece tu magnánima y filosófica literatura. Simple y sencillamente, nadie nace sabiendo, así que aprende de los errores y sigue adelante.
     
  2. Si vas a buscar editorial, mentalízate para las negativas: no se trata de que caigas en modo pesimista y te niegues rotundamente a enviar nada, pero debes entender que no te van a aceptar a la primera, probablemente tampoco a la segunda ni a la tercera, y si lo hacen, cuidado porque o en serio eres un genio de la literatura (y de nuevo, cuidado con el bichito del ego) o algún interés tiene la editorial en ti, y seguramente no es artístico ni benéfico para tu bolsillo. Lo que más desespera son los largos periodos de tiempo que suelen tardar las editoriales para dar respuesta, así que, yo te recomiendo que mientras esperas, dediques tu tiempo a participar en concursos, o busques contactar con alguna revista (digital o impresa) que acepte publicar alguna colaboración tuya. De esa forma, te mantienes en constante actividad y, de paso, vas engrosando el currículo. Si de repente a algún editor le da por indagar acerca del fulano sobre el que tiene un libro en sus manos, bueno, al menos encontrará que ha sido finalista en algún que otro certamen.
     
  3. Sobre los concursos: hay un montón de factores que influyen en este punto, pero al menos, tengo un emblema que puedes erigir y que a mí me ha servido muchísimo al respecto. ¿Qué pierdes, en realidad, al participar en tal o cual certamen? Nada. Eso sí, busca que los gastos de envío de los manuscritos no sean muy costosos, o entonces sí que pierdes algo. Atrévete a participar en diferentes tipos de concursos, de disímiles géneros, aunque al inicio no quedes finalista no importa, lo interesante es experimentar. No te preocupes por ganar algún puesto en particular, lo que saques pone guapo al currículo literario: menciones, finalista, lugares, ¡lo que sea es bienvenido! Y si no, lo mandas a otro certamen y ya está. No pasa absolutamente nada.
     
  4. Eso sí, siempre escribe por placer, porque te nace hacerlo y como te nace hacerlo. ¿Y a qué me refiero con esto? Bueno, a que si concebiste una historia de determinada forma, entonces plásmala así, ciertamente después vendrá la fase de edición y corrección, pero intenta, en la medida de lo posible, no comprometer tus ideas, en especial una vez que ya las has concebido. A algunos les gustará el producto final, a otros no, pero es parte de los gajes del oficio, no se puede ser monedita de oro para agradarle a todo el mundo.
     
  5. Intenta no hacerte mala sangre: a veces esto resulta inevitable, porque por X o Y razón ciertos libros caen en nuestras manos, y luego de terminarlos nos preguntamos: « ¿cómo demonios llegó esto a una editorial, y salió a la luz?». No te tortures con eso. Si te produce placer quemar el libro, quémalo, o puedes revenderlo y sacarle un mejor provecho, pero intenta no pensar en por qué chuchas la gente se vuelve loca con el tema de Juanito sacándose los mocos. Jamás encontrarás respuesta, te lo aseguro.
     
  6. No te cohíbas a la hora de escribir sobre determinado tema. Anímate a experimentar con cosas nuevas, aunque al inicio creas que no es lo tuyo, puede que te sorprendas. Quien ha charlado conmigo se ha hartado de oírme decir que no sirvo para los textos cortos, y cuando finalmente me animé a escribir unos cuantos, resultó que fueron seleccionados para ser publicados en diversas antologías. Lo mismo me pasaba con el tema del sexo, temía meter las cuatro a la hora de abordarlo, así que me limitaba a ser poco explícita y en cortar las escenas de tipo erótico, dejando el resto a la imaginación del lector. Hasta que por fin me animé a tratarlo, no sin antes haberme empapado del tema, por supuesto, y no salió tan mal.
     
  7. Y esto me lleva al siguiente punto: investiga sobre el tema que quieres tratar. Esto puede hacer que tus manuscritos sean mucho más enriquecedores, y aunque al inicio te parezca que estás perdiendo el tiempo viendo documentales, leyendo libros de historia o sobre el género que quieres tratar, verás que consigues hacerte una idea más clara de lo que quieres y cómo lo quieres presentar. Por otra parte, te ayudará a defender tu obra en caso de que alguien quiera rebatirte algunos puntos de la misma.
     
  8. Así pues, hablemos de los comentarios de los demás hacia tu texto. Para ello ocupo una metáfora que me gusta mucho, y es que las críticas son como un regalo. Cuando alguien opina acerca de lo bueno o lo malo que son tus textos, siempre figúrate que esa persona te está obsequiando una enorme canasta de frutas, de la cual, tú puedes escoger llevártela toda o sólo unas cuantas piezas. Eso sí, ten presente que a veces deberás comer algunas frutas que quizá no sean de tu agrado, pero que sabes que te ayudarán a crecer como escritor. Con esto quiero decir que de las críticas tomes lo que te sirva y lo que sabes que te aplica, sea positivo o negativo. Nunca faltará quién te destroce el texto sólo por placer y sin fundamentos realistas, o porque quizá agarró tu obra en sus cinco minutos de frustración y odio contra el mundo, y decidió desquitarse contigo (porque allí es donde radica la diferencia, este tipo de gente tiende a dirigir sus «argumentos constructivos» al autor más que al texto). No te deprimas ante este tipo de situaciones. Agradécele al susodicho, toma lo que de verdad te valga y el resto, déjalo correr. De nuevo, esto no quiere decir que pienses que el mundo no merece tu erudición en caso de que alguien te haga una nota constructiva, más bien hay que tener la suficiente humildad para reconocer los errores cuando se han cometido y el suficiente ojo para distinguir cuándo alguien está hablando sin razón aparente.
     
  9. Esto me conduce a un punto muy similar, pero que tampoco quiero dejarlo de lado: la humildad.  Nunca olvides de  dónde vienes y a dónde vas. A veces, ya pasado el tiempo, de pronto emitimos una opinión acerca de un texto (y aquí me incluyo, porque  también he pecado) y lo hacemos con demasiada rudeza. Esto aplica sobre todo con los trabajos de los novatos, o con la literatura que de un tiempo para acá consideramos basura. No olvides que en tus comienzos tus  escritos seguramente no eran muy pulcros, ni tenías la mejor ortografía, ni escribías los mejores diálogos o construías los mejores personajes. Y no, el ser cabrón no le forja el carácter a nadie. OK, a veces hay cosas que tenemos que decir y por más que le busques no van a sonar muy lindas, pero intenta recordar siempre tus propios comienzos. Tus palabras pueden hacer que alguien siga o no escribiendo, aunque no lo creas. Que tengas varios textos publicados, algunos concursos ganados o contratos con editorial no te hace más escritor que nadie, te guste o no admitirlo. El escritor está en constante crecimiento y mientras para algunos puedas parecer una eminencia, para otros sólo eres el tipo/a que va por la calle, y no por eso deben arder en el infierno.
     
  10. Y por último, pero no por ello el menos importante, «la perseverancia»: escribe hasta que los dedos te sangren. Escribe una y otra vez sin importar lo que otros digan. Aprende de esas opiniones, sí, reconoce tus errores, también, pero sigue escribiendo. Un grupo variopinto de personas  me han dicho que debería dejar de escribir, o dedicarme únicamente al fanfic (y que ni siquiera eso sé hacer jajajaja) pero a eso, a eso sí te digo, amigo escritor, que hagas oídos sordos. Si quieres escribir fanfic hazlo, si quieres trabajar tus propios textos hazlo, no importa cuántas personas te digan que no sirves, más bien, lo que ocurre es que te falta crecer, pero no te apures, porque para eso existe cura, y es escribir, escribir y escribir. Y leer. Estudia a los escritores que trabajan el género que deseas manejar, si han publicado consejos para escritores noveles léelos con atención, pero  por encima de todo, sigue escribiendo. No abandones tu arte por palabras ajenas, o porque tu ego a veces no se ve satisfecho. El día en que decidas dejar las letras, que sea porque aquello ya no te llena, o porque no le encuentras ningún sentido. Mientras, garabatea palabras donde sea, unas cuantas líneas en el documento de Word, algunas frases en los márgenes de tus cuadernos, o en una servilleta, pero mantente siempre escribiendo.

 

Así que ya saben, gente que esgrime las palabras como arma… ¡a escribir!

1 comentario:

  1. Muy intereresante lo que escribiste, gracias ^^ sé que a más de uno que le guste escribir le caerán bien tus palabras

    Besos

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