AUTOEDICIÓN

Creo que en algún momento se nos presenta esta opción: la autoedición. A mí se me ha presentado en varias ocasiones, y de formas bastante tentadoras. Estuve a punto de caer en una. Mientras llevaba a cabo mi capacitación en Córdoba Veracruz, la tía con la que vivía consiguió de pura casualidad el contacto de un editor. Yo revisé la página de su editorial, y no encontré más que los libros publicados por ellos, pero nada de página. Así que me aventuré a escribirle —en realidad, le escribió mi tía, la verdad que yo tenía algo de miedito— y nos contestó en menos de dos días, si no mal recuerdo. Yo estaba que bailaba de la felicidad. Nos citó en la librería de la amiga de mi tía que le había proporcionado el mail del editor. No pude dormir bien en varios días, se los juro. Cuando llegó el sábado, fue un dilema escoger que me iba a poner. A pesar de mis veinte años, la gente cree que soy menor, lo que a veces resulta fastidiante. El caso es que ya en la librería, estaba hecha un manojo de nervios. A penas cinco minutos después de nosotras haber llegado, llegó un representante del editor —él no pudo llegar porque tuvo que atender otras cuestiones, según nos informó su enviado—, el cual resultó ser un escritor que ya había publicado con esta editorial. Fue claro en muchas cosas, como que la editorial era sólo una especie de maquiladora, que yo tenía que pagar por la corrección e impresión del libro, y que por lo mismo las ganancias eran todas mías, y que desde luego ellos no se encargaban de distribuir los ejemplares. Al inicio me dio un porcentaje de lo que pagaría por quinientos libros y otro por mil, y no me pareció tan mala la propuesta. «Después de todo, por algo tengo que empezar, ¿no? » era lo que me decía a mí misma. Pero una vocecita me decía que me mantuviera alerta, «ya viste (en sentido figurado) lo que se dice en los foros de la autoedición… ». Y mi instinto no me falló. Le pedí al editor —vía mail— que me enviara la cotización de los ejemplares, y me ha salido con cantidades estratosféricas que doblaban lo comentado con el representante. Luego me lanzó un rollo que poco entendí, más tarde me dejó en suspense durante dos semanas y finalmente…decidí no firmar ningún contrato. Todo iba bien hasta que empezó a decirme un precio y después otro…así que para mayor seguridad mía y de mi obra, opté por no firmar nada.
Así que tengan mucho cuidado, ¡escritores novatos! No se dejen llevar por la emoción y ansias de ver su obra publicada, no sea que en vez de lograrlo, destruyan su sueño y pierdan su dinero. (El cual, para ser franca, no está para regalarse) aunque Aclaro, a algunos escritores les ha funcionado bien este sistema, aún así, tengan cuidado.
Aquí les dejo el link de un artículo relacionado, donde Elisabet —escritora española, ¡lean su blog!: www.comollegarapublicar.blogspot.com — narra su propia experiencia: http://comollegarapublicar.blogspot.com/2008/02/un-tropezn-del-que-tambin-aprend.html